CONEJILLO
TRASMALLO SEMANAL
¡Bienvenido! Agradecemos tu asistencia y participación. (Son estas las palabras escritas en el protocolo). Empecemos por la duración: una hora toma el experimento (puedes contar a partir de este momento los sesenta minutos). Realizaremos seis ejercicios sencillos; no es mucho lo que se precisa: movimientos corporales, en particular el cuello (para ti, un hombre joven y despierto, serán la brevedad; para nosotros, la eternidad). Escribe acá, por favor, tu nombre, tu fecha de nacimiento, tu dirección y (certifica con tu) firma encima de esta línea. Puedes leer las páginas, si quieres (deberías); es un documento rutinario: autorizas el uso de tus datos a nuestra empresa (de la forma que queramos; sí, como nos plazca. Recuerda). Sígueme (por este pasillo irás encontrando una serie de cuartos que llamamos laboratorios, en ellos se dan nuestras investigaciones de mercado; proporcionamos la máxima comodidad a nuestros asistentes: sillas reclinables, refrigerios de todo tipo, cuartos ventilados e iluminados adecuadamente. También puedes observar nuestros diversos departamentos de estudio: arte, ciencia, video, fotografía, etcétera. Lo confieso: no son nuestro fuerte pero alguna fachada debemos presentar. Un piso y otro). Por este pasillo llegaremos a la oficina.
Siéntate, por favor; te explicaré el procedimiento. Como lo he mencionado anteriormente (y ahora también debo repetirlo) es algo sencillo: usarás (debería ser en este momento) estas gafas, y seguirás, en el transcurso de seis ejercicios, un punto rojo ubicado en algunos carteles y unas pantallas. El análisis es simple (cuando me refiero a simple, miento: desconozco lo que pasará con el examen de tu comportamiento; dejémoslo en que tomaremos tu información corporal y mental, aquella que nos has autorizado a usar, y haremos con ella lo que nos dé la gana): a través de las gafas estudiaremos el movimiento de tus ojos, el correspondiente monitoreo de los lentes y la operación del programa. Manos a la obra: te explicaré el primer ejercicio (cada minuto vale: tus movimientos, nuestro abundante dinero). Como puedes observar, las gafas se encuentran conectadas —a través de este cable—, al celular y, por medio de la red, a mi computador; en el transcurso del estudio iré creando un mapa visual de tu actividad. Póntelas, por favor: levántate, gira tu cabeza, muévete con ellas, siéntelas y llévalas como prefieras (sin ellas no hay análisis, sin ellas nos hay dinero). ¿Preparado? Perfecto. Deberás, en nuestro primer ejercicio, girar la cabeza en forma circular manteniendo la mirada en el punto rojo de este cartel; a él debes mirar (únicamente al punto rojo que se te ha asignado, ¿comprendes la instrucción?). Ahora: tu posición variará según una serie de medidas arrojadas por el celular; en el suelo encontrarás estos pedazos de cinta con algunas distancias que te ayudarán a ubicarte. Debes oprimir el botón rojo en la pantalla del celular y volver a oprimirlo cuando termines tus movimientos. (Para la organización es muy importante hacerte saber que tienes el control pero esos tiempos también nos atañen).
Hagamos una prueba para empezar: ubícate a dos metros, por ejemplo. Sigue las instrucciones: oprime el botón en la pantalla del celular, mira el punto rojo del cartel, mueve la cabeza en círculos y vuelve a oprimir el botón cuando hayas terminado. Eso; exacto. Trata (si puedes), de mover con más amplitud tu cabeza: los círculos deben ser mucho más grandes (¿Comprendes la instrucción? Hazlo como te he dicho). Correcto: presionar, mirar, mover, presionar. Continúa de esa manera (no importa si después de cambiar la distancia dos o tres veces te sientes estúpido, así debe ser: es gracioso para nosotros; no importa cuántas personas hayan realizado el estudio. Todas abren las bocas, las mueven, las cierran y vuelven a empezar). Recuerda pulsar el botón antes de terminar. (¡Por Dios! Sigue las instrucciones). Hagámoslo unos minutos más. Así está muy bien, más que bien. Hagámoslo una última vez pero ahora mueve tu cuello de derecha a izquierda y de izquierda a derecha, lento. Eso. Hemos terminado con el primero. Bien: para nuestro segundo ejercicio debes realizar la misma secuencia de movimientos pero en esta ocasión la cabeza no se moverá en círculos sino en líneas verticales: de arriba a abajo, y de abajo a arriba. Empecemos. Eso está bien (pero ejecutas la acción con premura así no da gracia); hazlo lentamente (a ver), eso. Lento; arriba, abajo. Recuerda mirar el punto. (Como me gusta cuando abres la boca y se te ve tan tonto; sabrá el diablo lo que se puede deducir de esto pero sólo verte lo vale). Continúa, recuerda las distancias. (Vaya paciente el que nos tocado hoy: trata de acertar ubicándose en medio de las cintas, cuánto esmero. Le debe gustar el dinero: se corrige, se esfuerza, lucha cada euro). Lo haz hecho de maravilla, ahora realiza los movimientos lentamente (asintiendo con torpeza, como lo haces en este momento: admitiendo mis reparos; estoy tan seguro de tu convencimiento que harías cualquier cosa por ganar ese dinero).
Viene ahora el tercer y cuarto ejercicio; deberás realizar los primeros dos ejercicios pero habrá una pequeñísima diferencia: serán en la terraza. Acompáñame; sí, claro: puedes dejar tu maleta. (Yo no lo haría: ¿imaginas lo que pueden investigar en los quince minutos que estaremos afuera? Yo no los dejaría pero piensa, convencido, que este es un país, un continente, un mundo que respeta profundamente la intimidad, la tuya, la mía, la suya, la nuestra. ¡Puedes dejar lo que quieras encima de la mesa! Pero recuerda: nos has autorizado; nos pertenece lo interno y lo externo, lo conocido y lo ignorado. Espera. ¡Qué confiado! ¿El teléfono encima del morral, a la vista de cualquier mortal? Ay, en fin). Acompáñame, la terraza se encuentra por este pasillo. (Ignora lo que ves: desecha las imágenes de los diferentes sujetos de estudio reproduciéndose en esta docena de pantallas, borra los múltiples tamaños, elimina las complejas ediciones). Pasa, por favor. (Sí, lo admito: los tres hombres sentados a nuestro lado son peculiares pero trata, por favor, de desatender sus supuestas conversaciones. Ellos han venido a verte: observarán tu cuerpo, ahogarán las risas generadas por tus gestos y tratarán —sin lograrlo— de conversar; te mirarán como lo hacen las personas que se encuentran en el edificio de enfrente, en las oficinas, detrás del vidrio). Comencemos. ¿Recuerdas la instrucción? Unos minutos de movimientos circulares. Sí, acá no están las cintas pero eso poco interesa; imagínalas. (¿Será capaz de aproximarse a las medidas? Vamos: haz tu máximo esfuerzo. Tú trata, esmérate, gana cada céntimo, ya casi es tuyo ese billete que supera el ancho de tu billetera). Una más y cambiamos a los movimientos verticales. (Fíjate como tecleo y analizo el dibujito que se va formando con la forma de tu rostro; concéntrate. Cuánta profesionalidad, por Dios). Perfecto, movamos ahora el cartel y empecemos con el cuarto ejercicio. Lo voy a dejar por acá. (Por favor no pienses que todo esto es tan espontáneo; incluso creo que la disposición del cartel según la iluminación le da un poco de refinamiento a mi labor. Todo lo hacemos para que te comprometas como lo haces en este momento: tratando de aproximarte obtusamente con tus pasos: un paso, un metro; sonrío y me conmuevo). Perfecto, hemos terminado. Volvamos ahora y concluiremos con el quinto y sexto ejercicio.
Sigue. (Quizá nadie tocó tus pertenencias). Ahora, para el quinto ejercicio, debes sentarte en esta silla y, sin moverte, oprimir el botón izquierdo o derecho (tú ya lo sabes: todo interesa) cuando el punto rojo aparezca en la pantalla. (Sencillo, ¿verdad?). Aparece el punto y presionas. El teléfono lo puedes dejar sobre la mesa, no es importante ahora. (¿O sí? Vamos, no hay tiempo que perder. Siéntate como si estuvieras en un consultorio oftalmológico; has estado ahí: aquí mencionas que usas gafas). Puedes empezar. (Oprime: veloz o lento; mueve tus ojos tan rápido como puedas; oprime, oprime, oprime. Suave o con fuerza; sereno o angustiado). Hagámoslo una última vez. Un minuto más. Sí, este es sencillo (todos lo son). Siéntate enfrente de esta pantalla (inmensa, ¿no te parece? Sí, estudia mejor tu figura) para nuestro último ejercicio: la dinámica se repite de manera similar; al oprimir el botón del control, aparecerá el punto rojo, lo seguirás por el tiempo que desees y luego lo soltarás. Empieza cuando quieras. (Sabes lo que queremos, sabes lo que buscamos, lo que nos interesa: ofrece tus ansiedades, tu forma de asumir responsabilidades, bríndanos el modo de seguir instrucciones, regálanos los movimientos rápidos de tus ojos, la operación de tus manos, la rigurosidad de los pasos; danos todo de ti, hasta el último minuto. Suda si algo te ha enervado, si te preocupas, si te sueltas; haz lo que quieras, lo primero que se te atraviese. Hazlo y compórtate como debes). Una última vez, y ahora, y ahora. Izquierda, derecha, arriba, abajo. Hemos terminado. (Han pasado cincuenta y cinco minutos. ¿Lo ves? Si cumples, cumplo).
Eso fue todo. (Sí, por favor; agarra tu maleta, tus preciadas pertenencias). Te acompaño a la recepción. (Sígueme como lo has hecho en la última hora y guarda en tu cabeza todas estas imágenes pues no las volverás a ver; suprime las luces, las cámaras, los instrumentos, los puntos, los departamentos, las pantallas, las personas que ignoran tu paso pues se han acostumbrado a ver uno tras otro llegar, dejarse e irse). Firma acá (has venido y has salido). Gracias por tu visita. (¿Dónde están las llaves de la caja menor, carajo? Aquí, aquí). Y aquí tienes tus cincuenta euros. ‘Mis cincuenta maracas, los cincuenta euros más fáciles que me he ganado, los doscientos veinte mil pesos más rápidos de la vida. Empresas pendejas’.